miércoles, 6 de noviembre de 2013

♦Bienvenido al Pandemonio♦


Capítulo 11.



Una parte de mi os mentiría si dijera que no las había visto antes, Lucía.
La otra reiría negando tal echo y reiteraría que si las conocía, Némesis.

Caroline y Sheila Miyazawa. Hermanas pequeñas de Rosen Adachi.
Era curioso, ellas mantenían el apellido "Miyazawa" cuando Rosen acuñaba el apellido "Adachi".
Sí, así era. Dos Miyazawa, una Adachi y sin embargo todas parecían ser hermanas de sangre.

Recordaba haber tenido momentos con Sheila. Recordaba hablar con ella sobre el fuego, una habilidad de la que yo carecía y ella poseía. Una habilidad que le encantaba. Recordaba, aunque en menor medida, escucharla cantar. Pocas veces se percataba de mi presencia. ¿Qué deciros? Ser vampiro tiene sus ventajas.
Recordaba a Caroline. Pequeñita, adorable... cínica y sádica. Era algo que teníamos en común. Yo era sádica, pero Caroline aun mas. Debido a su bipolaridad, su sentido asesino estaba bastante agudizado. Por lo que, aunque fuéramos medianamente amigas, procuraba tener cuidado con ella, mucho.

El echo de que todos, incluso yo, pensáramos que Rosalinda era el pecado de la Soberbia, aún no estaba resuelto. Mis hipótesis eran que, al pasar Rosen tanto tiempo con sus hermanas, habíamos olvidado quién era la verdadera Soberbia y habíamos colocado en su lugar a Rosalinda. O, al igual que con la Pereza, en realidad nunca la conocimos.
Vagas y absurdas ideas que venían a mi cabeza. Pero validas por el momento.


***


Me incorporé por completo curvando una sonrisa masoquista. No me gustaba la situación, pero disfrutaba.
Sacudí ambas alas con prepotencia mientras lanzaba una mirada explicativa a Rosen: Al fin y al acabo, yo no sabía dónde estaban sus hermanas.
La ví cruzarse de brazos frente a Coraline, mientras ésta le dedicaba su sonrisa infantil. La natural, no la que solía fingir.

—Bienvenidas. —me limité a decir mientras dejaba que un pequeño murciélago se colocara en mi brazo.

Al parecer su espada había logrado cortarme. No era algo muy profundo, pero me desagradaba la idea de tener una herida. Al igual que me desagradaba que hubiera logrado cortarme.
"Mientras algo de mi quedara como un pequeño murciélago, siempre podría regenerarme." Mas ventajas que recordé.
Aquel pequeño se dedicó a devorar aun mas la zona de la herida para después asemejar mi piel y cubrirla con su cuerpo.

—¿Dónde habéis estado? —pregunto Rosalinda sin un tizne de sensibilidad en la voz. Borde y arrogante.

Una vez la herida ya no estuvo en el brazo, sacudí mi largo cabello negro y clavé la heterocromía en Sheila y Coraline. No sabia cuanto tiempo había trascurrido desde la ultima vez que las había visto. Pero parecía mucho.

—Pandora —comenzó una de ellas—, de repente cerró sus puertas, y no pudimos salir. Hace poco, logramos ver una fisura, aprovechamos, y escapamos. Pero las puertas han vuelto a cerrarse.

Explicó Coraline en tono serio, fuera del infantil que solía tomar. Sheila asentía corroborando lo que su hermana trataba de explicarnos con el mismo rostro serio.

—¿Una fisura? —pregunté frunciendo el ceño intrigada.

Sheila asintió observándome y todas nos quedamos un tiempo en silencio.

Ahora que recordaba todo sobre que o quien era, me reconcomía por dentro saber que Pandora había tenido un fisura. Era imposible.
Aquel lugar poseía inteligencia propia, y si algo o alguien lo atacaba, no respondía con ataques, mas bien con defensas. Activaba las barreras, y no deja entrar ni salir a nadie. E ahí la razón de que vieran una fisura. Alguna barrera habría caído.
Alguien seguía atacando Pandora. Pero, ¿cómo? y mas aun ¿por qué?
Hablamos de un lugar sumergido en el Abismo. Un lugar que reside en otra dimensión.
Un lugar del que sólo unos pocos tienen constancia. Y quienes creen saber donde esta, y consiguen llegar a las primeras puertas, las del Abismo, son directamente rechazados por Vasilisco.

No me entraba en la cabeza que estuvieran atacando a Pandora.
A parte de los científicos locos, que poca cosa podían hacer que sacrificar mortales para abrir sus puertas, no sabía en que o quien pensar.

—Chan Chan Chan... —escuchamos decir en tono melodramático. Aquella voz me saco de golpe de mis pensamientos— "¿Una fisura?" Y os queáis calladas, los demás también queremos saber que pasa, eh.

Rosen frunció el ceño molesta de que hubieran interrumpido sus pensamientos y de su momento con sus hermanas. Tanto Cora como Sheila, se habían sorprendido. Y en cuanto a mi, sólo pude manifestar mi aversión como otra tantas veces.

—¿Quién ese ese? —preguntó con un tono que me hizo gracia.

—Ah.. —cavilé un instante, había olvidado su nombre— Alexander.

Esta fingió asombro y seguidamente entrecerró los ojos y frunció los labios.

—Sé que te sorprendo Rosen. —respondió seguidamente Alexander mientras dejaba ver que tras el estaban Deidara y Coco.

No la culpo. Que aquel individuo se tomara tantas confianzas, también me hubiera hervido la sangre. Tampoco la culpo por el echo de que, en aquel momento, hubiera desplegado sus alas, sujetado tres plumas —una por cada espacio de los dedos— y las hubiera lanzado contra el en el tiempo que se tarda en respirar una vez.
Para desgracia de Rosen, y ciertamente la mía, parecía ser lo suficientemente rápido como para dejar que las plumas quedaran clavadas en la pared.
Fue una suerte, para mi y no para ella, que tanto Diddi como Coco fueran de estatura baja.

—¿Y esa es forma de recibir al anfitrión?

Fruncí el ceño.

—¿Tú? —reí— Ese es Khalius.

Coco y Deidara se cruzaron las miradas al ver que, repentinamente para ellas, había muchas personas reunidas.
Aun mas fue la sorpresa de Coco al ver a Rosalinda. Me consta que ya se conocían. Ella misma fue quien me hablo de Rosen cuando sucedió el altercado de las plumas.
La ví apartar a Diddi, para poder salir detrás de ella, batir sus extrañas alas de hierro parecidas a las de la peliazul, y abalanzarse sobre Rosen. La abrazaba como una niña a su madre.
Coraline, que era la que estaba mas cerca de Rosalinda, dió un salto y se aparto en un acto reflejo. Frunció levemente los labios durante un instante y después mostró una sonrisa que no me convenció mucho.

El ambiente se tensó y de fondo se escuchaba la risa de Alexander, que aparte de haber ignorado mi respuesta sobre Khalius, estaba sentado en un escalón de la escalera que daba al ala Este de la mansión.

—¡Qué bonito encuentro! ¿No creéis? Las hermanas, las.. —miró a Coco y Rosalinda buscando una explicación para la muestra de afecto— ¿amigas? ¡Y las conocidas! —volvió a reír. Una risa que provocaba que hiciera lo mismo que muchas veces tuve ganas de hacerle a Khalius, degollarlo— Os invitaría a un par de tragos de Borbon, pero sois menores. Que chasco ¿verdad?

Fruncí el ceño y apreté los dientes con fuerza.
Fue como si las tres hubiéramos pensado lo mismo; Sheila, Coraline, y yo.
Ambas nos habíamos abalanzado sobre él. Yo sujetaba su, a mis manos, frágil cuello. Mientras, tanto Sheila como Cora, se habían colocado a cada lado. Ambas, podían enviar un ataque sin necesidad de tocarlo y ensuciarse las manos.
En cuanto a mi, me gustaba manchármelas.

—Ah, ah, ah, ah —lo escuchamos decir. Negaba con la cabeza mientras sus labios dibujaban una sonrisa burlona— Bebo Berbena todos los días. —me miró— No es nada personal pequeña, pero no me gustan los vampiros. —después miro a su derecha, donde estaba Sheila, y a su izquierda, donde estaba Coraline— A ver, si no recuerdo mal, Fuego y ¿qué era lo tuyo? ¿Magia Negra? Uhm, no, eso era de Rosen... ¡Ah, si! Inframundo, Necromancia. No dudo, que de querer, ya me hubieras matado mas rápido que estas dos.

Tenía razón. De querer, ya lo hubiera matado. Ya estaría jugando con su corazón aun palpitando en sus pequeñas manos.
De querer, Sheila ya lo hubiera calcinado. Hubiera hecho subir su temperatura corporal hasta asfixiarlo. De querer, yo hubiera partido su cuello en el tiempo que pestañeo. O, por contra, lo hubiera degollado. De querer, Diddi ya hubiera enviado su alma al Limbo o hubiera jugado con su cabeza, y de querer, Coco ya lo hubiera electrocutado.
¿Qué ocurría? No. No era un "de querer" era un "de poder". De poder, alguna de nosotras, hubiéramos hecho algo. ¿Qué nos lo impedía?

—No me hace falta morderte para matarte. —rectifiqué. Odiaba eso de que los vampiros sólo pudiéramos matar mordiendo. Era una leyenda urbana. Además, por añadir, que mi genética vampírica no era la normal. Única, por así decirlo. No me alimentaba de sangre humana, aunque en ocasiones bebía de ella por jugar. Yo aprendí a alimentarme del depredador; Los Vampiros.

Todo había ocurrido demasiado deprisa para mi. Rosalinda y Coco habían desaparecido en ese lapsus de tiempo. ¡Qué demonios!
Venía a por sus hermanas y acababa llevándose a la mía sin decir nada.
Fruncí el ceño lanzando a Alexander, a quien aún sostenía por el cuello, contra la pared.
Aunque no pudiéramos matarle, podíamos hacerle daño. Pero aquella ley que nos obligaba a no poder hacerle nada, también se aplicaba a el. De poder, ya se hubiera desecho de alguna de nosotras. De poder, se hubiera defendido contra aquel estúpido golpe.

No era alguien en el que pudiéramos confiar. Al menos eso trasmitía.

***

Dos semanas desde que Sheila y Coraline habian aparecido. Dos semanas desde que Coco había desaparecido. Dos semanas desde que Rosen no aparecía.
Catorce días desde que había aparecido Alexander. Catorce días desde que había aparecido Erick, aunque a el solo lo veíamos a la hora del desayuno, almuerzo y/o cena. La mayor parte del tiempo lo pasaba con Lilium.

No es que no intentáramos encontrar a Rosalinda, y mucho mas a Coco. Lilium estaba encargado de ello. A la mínima pista, algunas de nosotras, en su mayoría Sheila, salíamos en su busca. Pero nunca dábamos con ellas. Aparecían y desaparecían.
Era tedioso, y en muchas ocasiones nos sacaba de nuestras casillas. Manteníamos pequeñas discusiones que seguidamente acababan en una charla sobre Pandora y sus regiones.

Fue como si ya se hubiera decidido de antemano. Nadie hablo, nadie se quejo, nadie hizo nada. Sheila y a Coraline, se quedaron en la mansión Bernaskell.
Creí que habría quejas en lo que tenia que ver con Sheila. Pues, eso de estar retenida en Pandora, no estar en su reino, que de repente desapareciera su hermana, y que ahora tuviera que vivir en un lugar que no conocía, la molestaría.
Creo que no fue así. O quizás si, pero no lo dijo ni lo manifestó.
Coraline, parecía haberse acostumbrado. La mayor parte del tiempo lo pasaba jugando con Diddi. Y cuando digo jugando, me refiero a unas 23 horas haciendo travesuras, y 1 jugando.
En lo que a Alexander respecta, aparecía para molestar, y desaparecía cuando le apetecía o cuando Erick tenía algo que decirle. No tenía un lugar de la mansión fijo para quedarse a pasar el tiempo, no. Merodeaba por todos lados y si se encontraba con alguna de nosotras, la molestaba de alguna forma. Ya fuera directa o indirectamente.
En cuanto a mi, la mayor parte del tiempo me encerraba en alguna de las Bibliotecas que habían repartidas por la mansión. Si me encontraban en una, me movía a otra, y si me encontraban en otra, escogía un par de libros y me encerraba en lo que desde un principio había sido mi habitación.

5 comentarios:

  1. *//* Afú, me encanta, me los he releido todos de un tirón. Aunque.. creo que antes no era así.. :$ No recuerdo con exactitud, pero no importa, solo sé que me encanta mami. Y quiero ya el próximo capítulo asi que ya estás tardando. Jum. ¬3¬

    Pd: Eres demasiado jodidamente buena escribiendo, eso es injusto. e3e Tramposa..

    By: Claire.

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  2. Estaba mirando blogs y me topé con el tuyo, me encanta. ¿Cuándo el próximo capítulo?
    Lucy y Diddi son re-lindas, me encantan, quiero más.

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    1. Pueeeeees~ Holi, despues de 2 meses. Lo lamento.
      Gracias por haberlo leído, y bueno. Estoy pasando la historia a Wattpad [Srta_Allen] con algunas modificaciones o cambios.
      Gracias~

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